14 noviembre
La creación literaria es un oficio solitario pero es en soledad cuando nos encontramos más acompañados de nuestros pensamientos. También es un quehacer solidario puesto que en ese reflexionar interno somos uno y al mismo tiempo somos todos los hombres, todas las pasiones.
Solos estamos en el mundo infinito de las palabras que se agolpan en la mente buscando la ordenación del mundo desde la perspectiva poética que nos inunda. Pero no por ser solitario el poeta es un eremita, vuelve siempre de sus incursiones con una nueva vitalidad para cantar al mundo sus visiones para compartir la luz que se desborda en sus palabras. Entonces, como decía Albert Camus: el poeta, en tanto hombre, es un ser solitario y solidario. Le gusta, necesita la soledad y al mismo tiempo necesita la relación con los demás.
La poesía devuelve al lenguaje a su fuente original por eso el poeta crea mundos a través del logos,y es por la palabra que sus obras comunican a los otros el fruto de su creación en soledad porque al fin y al cabo la palabra se hace memoria colectiva, herencia de todos porque el lenguaje se creo para comunicarnos.
Inmersos en una sociedad cada vez más materialista pareciera que la voz de la poesía se pierde entre el marasmo de las nuevas tendencias culturales, pero la palabra es la vía de comunicación insustituible para decir a los demás la real esencia que nos conforma. Nada puede expresar mejor los mundos interiores del ser humano que la creación artística y mientras haya manifestación de esos mundos internos habrá poesía. Dejarse influenciar por ese embrujo poético que una vez Jaime Sabines comparó con una droga que se toma una vez y le pone otros ojos al hombre, otras manos, y le quita la piel para que sienta el peso de una pluma es devolverle a la poesía la mística ancestral, reconocerse humano y capaz de vibrar con la palabra.
06:52 a.m.
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