martes, 15 de marzo de 2011

HUMO, PAJAROS Y POESÍA.


Escenario: Foro del Café Nuevo Brasil. Centro de Monterrey, N.L. Poeta: Iván Trejo. Las 8 de la noche. La atmósfera nostálgica del espacio donde se encuentra contrasta con su presencia joven. Con parsimonia enciende un cigarrillo y llena con cerveza el vaso que tiene delante de él. La poesía es el vínculo que lo une a los otros, a nosotros.
El rito empieza y él trae a la memoria el por qué del poemario que nos compartirá. La muerte es el vehículo donde viajó su Musa, la muerte de su padre y la herida de un adiós que no pudieron darse. A grandes rasgos cuenta las circunstancias y cómo tuvieron que pasar los años para escribir sobre ello.
Empieza la lectura y el ambiente se puebla de pájaros, de mar, de nostalgias familiares, de un dolor trascendido a través de las letras. Cada nuevo poema es una imagen que nos cuenta la historia, nos transmite, en reflexivos versos, aprendizaje de vida, su experiencia personal.
Y es que por más que se diga que poeta y yo lírico son dos entidades distintas es evidente que el dolor, la alegría, la emoción son los disparadores de la poesía. Desde luego que el sentir ha tomado otra forma, se ha convertido en mancha sobre la blancura del papel, escultura de letras que contiene el tembloroso hálito que el poeta le infunde con sus vivencias y que la revisión acuciosa perfecciona pero su raíz está ahí, dentro del escritor, en su descarnado sentir.
Poseedor de premios de poesía, Iván comparte con sencillez su visión de la vida. En el espacio de Preguntas sin Resolver, con seguridad, afirma su opinión respecto a la situación actual de la poesía. Mi generación está perdida -dice. Se refiere a que no hay plumas que soporten el peso del tiempo, a la falta de verdaderos escritores y críticos literarios que den luz a las letras y trasciendan.
Entre nostalgias y reflexiones, en un ir y venir del pasado al presente transcurre la velada mientras en el espacio se diluyen los recuerdos de Iván, los pájaros que habitan sus poemas y el humo prófugo del cigarrillo.

CRÓNICA DE UN DÍA CUALQUIERA




9 de la mañana, la modorra apenas se despeja con el primer bostezo. La cocina. A toda prisa descongelar el pollo y hacer lo necesario para dejar los alimentos preparados. Debo ganarle al tiempo si quiero disfrutar el programa del día. Salgo a las 12 en punto con la mochila al hombro. No olvido nada: el cuaderno de apuntes, la cámara, mis lentes, El Nombre de la Rosa (que aparte de leerlo me sirve de ejercicio por lo mucho que pesa). Abordo el Metrobús. Es una bendición que este climatizado, el bochorno es infame. ¡Bendito Monterrey con su clima tan cálido! Abro el libro, página 323, voy avanzando si tomamos en cuenta que sólo leo en el transporte este libro. Me faltan algunas para llegar al final de las 776. En Juárez, el tráfico incesante. Espero. La dos de la tarde, es hora de comida en esta urbe de asfalto. Mi cita llega a punto. Un rincón en la Fonda del Rey del Barrio Antiguo nos acoge. La comida casera y la cháchara alegre son un rito que disfrutamos juntas. Después, el cafecito y la plática de sobremesa con los dueños del lugar. Ya casi son las 4. _Vámonos al Taller- me dice y con desgano abandono el frescor del patio de la fonda. ¿Tienes mucho manejando? le pregunto a mi amiga cuando la veo dar una vuelta de bandido en una esquina. _60 años-me dice y pienso para mí “creo que se te está olvidando”. Me río de mi ocurrencia pero es mi yo fantasioso que no se queda quieto. Por fin en el taller. Dos horas divertidas, estirarte, moverte, tocar al compañero (esto me está gustando), observarlo, hacer gestos, decirle una palabras como si fuera el inicio ancestral del primer lenguaje. Recuéstate, relájate, abre tu percepción, agudiza el oído. La música me invade, cantos, ruidos, graznidos de ¿gaviotas? cuerdas en armonía, sonido de campanas y mis ojos cerrados. De repente acontece que no hay oscuridad dentro de mis párpados. Un matiz diferente empieza a pulsar dentro del ojo. El lila palpitante le da paso al magenta y luego va al azul y al negro y nuevamente al morado y azul. Cambia la música y cambian los colores, ahora todo es verde, de repente son ramas coronadas de crema. Alucinación. La práctica termina. Soy más conciente ahora del poder de mi cuerpo. Relájate. Regresa a la realidad, toma un papel y escribe. Y escribo y me completo, escribo en diez renglones lo que me dijo el cuerpo.

Pulso.
Dentro de mí, el sonido habita.
Me celebro en el cuerpo,
en cada movimiento me celebro.
Un graznido se adhiere a mis oídos.
Vibro.
Azules y morados se suceden
vertiginosos
introspectivamente ciertos.
Giro, este cuerpo es vehículo
donde mi ser cohabita.



Son las 6 de la tarde y salgo a toda prisa, mi día aún no termina. Un concierto me espera. Dos horas escuchando a J. S. Bach y a L.V Beethoven son un regalo.
Un piano, un violonchelo y la música clásica deleitan mis sentidos. Observo a los concertistas, la sonrisa en los labios y su faz transfigurada me dicen que gozan lo que hacen. Una muestra fehaciente de que el arte es elevación del espíritu. Me dejo subyugar por lo acordes. Adagios, allegros, preludios se suceden en rítmica sonoridad interpretados magistralmente por el Dúo Casals. Cada instrumento aporta su especial sonoridad, reflexiono en que son como los seres humanos: únicos en su grandeza pero cuando se combinan hay una transformación que embelesa el oído. Se complementan, se complacen, se retan, los sonidos se trenzan, se deslizan uno contra otro, bajan, suben, juegan y la magia me atrapa hasta hacerme sentir que está dentro de mí y vibro como las cuerdas que hace vibrar el músico. Mi cuerpo es una caja de resonancia, cada fibra de mi ser se tensa y me vuelvo instrumento donde late la música que llena estos oídos.
Y después de la música continúo el recorrido. Cambio de compañía –¡cuidado con atravesarse en mi noche de juerga porque te involucras! Tomamos un taxi para llegar a tiempo Recorre Zaragoza con lentitud, es la hora de tráfico. Ni modo, hay que armarse de paciencia. Unas cuantas cuadras recorridas y el taxímetro me arranca veinte pesos. Caray, aún así llegamos tarde, mejor nos hubiéramos venido a pie-refunfuño ya un poco fastidiada (quién me manda querer abarcar tanto en un día). Por fin llegamos, el café Nuevo Brasil nos acoge con su sencillez y el cálido saludo de Eligio. Es noche de poesía. La voz de Iván Trejo nos envuelve y sigue resonando en mis oídos cuando regreso a casa. Ha sido un día cualquiera.

domingo, 13 de marzo de 2011

CRÓNICA URBANA. -(Ejercicio de ficción)

NO VOY A TRABAJAR, NO VOY A TRABAJAR.-

La prisa mañanera. Hasta el queque de tráfico en Juárez y montones de gente que bajan de los transportes urbanos, otros suben de prisa, los demás esperan resignados. Algunos parecieran derramarse hacia el subterráneo de la estación del Metro en Padre Mier. Ruidos de camiones, chirridos y mentadas entre los chóferes por invadir espacios. Todos corren o caminan aprisa. Sonámbulos espectros desvelados. Piltrafas de la industria sin completar el sueño, cansados de esperar sin esperar, absortos en la inercia del día a día. En la banqueta un hombre ofrece golosinas ¿Tan temprano? ¿A quién se le antoja un dulce cuando la cruda azota todavía las entrañas? Otro hombre se le une. Saca un plástico viejo y lo extiende en el piso. Llaveros, colguijes y chácharas se confunden sobre el improvisado puesto. Ni modo, la gente tiene que hacer la lucha para sacar la papa. Camino más aprisa, quiero salir rápido del grupo de gente que espera pues no quiero perder mi transporte Avanzo algunos pasos y luego me distrae el hombre que, sin pelos en la lengua me espeta: ¡quiero! Su mirada lasciva se cruza con la mía que es un cuchillo helado. Hago un gesto de asco y continúo dejándome llevar por la prisa. La fila de camiones es una procesión de armatostes amarillos, azules o algún color indefinido. En medio de la calle el caos vehicular .Todos tienen urgencia, todos quieren ganarle el paso al semáforo y se aguantan mascullando el paso lento de la bola de gente que aprovecha el rojo. La impaciencia se nota en sus facciones. Otra vez me distraen los que suben a los camiones. Como en cámara lenta me fijo en sus atuendos. Me doy cuenta que proliferan marcas y estilos sobre todo en los jóvenes. Observo curiosa a la chava con piercing en los labios. A su lado, el novio con disfraz ¿o será su vestimenta? En su cabeza- que parece haber sido trasquilada- sobresalen mechones untados prácticamente al cráneo con alguna especie de gel o quizá solo saliva y para rematar, una gorra colocada encima sin más función que agregar altura o hacer que su portador camine erguido. Río para mis adentros. Me pregunto cómo me percibirán ellos a mí desde sus atuendos que contrastan con los míos tan modositos. Ya casi son las ocho y no viene mi camión. Ni me estreso, es lunes y los lunes todos llegamos tarde aunque el méndigo jefe de personal se ponga como perro, ¿Qué le vamos a hacer? Ni modo que me compre mi auto con el miserable sueldo que apenas alcanza para vivir. Si a veces ya ni para el camión me queda a mitad de quincena. Otra vez el fulano libidinoso: Mamacita, ¡yo si te pongo como tú quieras! ¡Ay, estos bichos jariosos! ¿Que no se verá en el espejo el esperpento este? En fin…ni al caso. Ojalá que la Betty me lleve los zapatos que le encargué porque estos ya están para el arrastre. ¡Cuánto ruido! Los chóferes de taxi pasan sonando el claxon como si uno estuviera sordo. La lucha por ganar el pasaje se hace más dura a medida que avanza la mañana. Me decido y le hago la parada a uno. Ni modo, me va a salir caro pero es muy tarde. ¡Valiendo madre! Ya no se pudo estacionar para levantarme. Cambió de nuevo el semáforo. ¿A dónde irá tanta gente en las mañanas? ¡Qué calor! ¡Este pinche sol y yo con sueño! Ahí viene el camión. Entro en la bola que pretende subirse. Una mano me roza el seno mientras pretende tomarse del pasamanos ¿qué no se podrán esperar? es el libidinoso, se ha pegado detrás de mi y pretende que lo empujan ¡Ay, desgraciado chango! Ya se sobó en mis nalgas su asquerosidad. Le hundo el codo en las costillas con toda la fuerza de mi asco y mi coraje y subo aprisa los escalones para abordar. Abajo, el nefasto individuo se soba las costillas mientras sonríe con sorna. Vámonos…vámonos… digo como si fuera magia y el camión arrancara por mi voluntad. Más lentitud, más minutos corriendo y yo llegando tarde al trabajo. El chofer acelera, algunos se quedaron abajo tan resignados como desesperados, también ellos caminan al filo del desempleo cada día. Todos somos la fauna que habita en el concreto. Como diría mi madre: ¡Ah, como te gusta dramatizar! ¡No pienses! ¡Pensar te hace encontrar la punta al hilo negro! Siempre entendí con eso que es mejor ser como el Tio Lolo que se hace pen… El camión no se mueve. Otro semáforo en rojo y la gente cruzando de un lado a otro con bolsas en las manos, mujeres con sus crías adheridas como racimos a sus brazos, unos cargados y otros caminando a empujones todos cruzan la avenida mientras dura la luz. ¡Apúrese señora! el chofer se impacienta con la señora gorda que camina despacio y quiere subir a la unidad. De mala gana le abre la puerta y la deja subir. No hay lugar, la señora se avienta un maratón para colarse hasta el fondo. Verde. El camión continúa haciendo extraños movimientos para adelantarse a veces y otras para orillarse y levantar pasaje. ¡Bajan!, la voz se escucha impaciente. Se abre la puerta y la mujer desciende lentamente ante el enojo del chofer. Otra vez la avenida, la gente como hormigas entrando y saliendo de todos los negocios. Un camión se empareja con el nuestro, escucho un altercado altisonante entre los dos chóferes, lo mismo cada día. Apenas son las 8 y ya los nervios estallan. Una sirena abre paso, hay que orillarse. Es la policía. ¡Solo esto faltaba! que hay un tiroteo empieza a decir al gente. Miro el miedo en los ojos de algunos pasajeros. El chofer se detiene. De la patrulla baja un hombre y toca con brusquedad la puerta del camión. ¡Abre la puerta!-grita. Es el colmo del pánico, se empieza a sentir tensión entre los pasajeros. El chofer abre la puerta y el policía sube como energúmeno, lo levanta del asiento mientras le dice: ¡Pendejo! ¿No ves lo que dejaste allá atrás? La gente se levanta y empieza a abandonar el camión por donde puede. No, no es un bloqueo de narcos. Ha habido un accidente. Bajo también. Ya estuvo que hoy no llego al trabajo. El policía casi arrastra al chofer, el hombre tiene la cara desencajada, en sus ojos se lee la angustia. Unos metros atrás hay un bolón de gente. Debe ser algo grave. Me cruzo con algunos que vienen de regreso y alcanzo a escuchar jirones de sus charlas ¡Pobre mujer! El camión la arrastró… me dirijo al tumulto siguiendo al policía y al chofer. Hay un charco de sangre que se extiende brillante al sol, allá miro un zapato, una pierna desnuda entre las piernas de los mirones. La mujer que pidió la parada está en el pavimento como un muñeco roto. Hay una contorsión en su tronco que le confiere una posición extraña. Su boca se mueve articulando gemidos. Los ojos vidriosos parecen suplicar a los mirones, les cuentan de su angustia, les habla de un dolor que se extiende más allá de su cuerpo. Hay un temblor ligero que la agita. La gente solo mira. Alguien se acerca, toma su mano y la aprieta, ya viene la ambulancia. No la mueva le dicen, el hombre no hace caso y le arregla el vestido a la señora. Le tapa las piernas que han quedado expuestas a miradas ajenas. Mientras tanto, una mujer que lleva un bolso con la leyenda GUCCI recoge el bolso de la atropellada con disimulo. Se lo pone bajo el brazo y queda muy quieta. Solo yo me doy cuenta. El charco rojo crece y la ambulancia tarda. Nadie quiere dejar de ver y al mismo tiempo hay como una ceguera en lo que está ocurriendo. La mente no carbura. Solo hay morbosidad. El tiempo se detiene entre los sonidos que llenan el espacio y la humedad vidriosa que se instala lenta en los ojos abiertos de la mujer que agoniza. Lejos se escucha el ulular de sirenas. Ya viene la ambulancia anunciando indiferente la tragedia, esquivando el tráfico que no cesa. Hay embotellamientos tratando de abrir paso a la ambulancia. Delirio de urbanismo que se adhiere al concreto, que emana en los vapores que ya empiezan a subir del pavimento. El hombre que sostuvo la mano la coloca despacio sobre el cuerpo que ha dejado de agitarse. La multitud se aferra al espectáculo, espera el siguiente acto: la certeza de que han presenciado la muerte. Los vendedores reanudan su pregón. Un limosnero hurga entre la basura, encuentra un envase de aluminio, lo aplasta de un pisotón. Lo guarda. El semáforo cambia, es tiempo de cruzar. Del otro lado espera la frescura del aire acondicionado en el Seven. Ya no fui a trabajar. Me encamino a la tienda. La mujer de la bolsa elegante cruza con rapidez llevando bajo el brazo el bolso de la muerta. El sol sigue brillando terco mientras en el concreto se coagula la vida.

miércoles, 9 de marzo de 2011

MI NOMBRE




Me llamo María Elena. No se lo que significa mi nombre todo junto, pero sé que a pesar de estar formado de dos nombres es una unidad indivisible, como dos tabiques unidos por una fuerte amalgama. Soy de una antigüedad donde los nombres se elegían de acuerdo al santoral, como venía en el calendario así te bautizaban. Yo traje Dulce Corazón de María pero dice mi madre que mi papá no quiso que me llamara así porque todos me iban a decir Corazón, ¡Ah, qué mi padre! Si hubiera sabido las veces que he deseado que alguien me haga un cariñito…De todas formas algunos me llaman con apodos cariñosos. Malena me dicen mis hermanos y amigos. Mis amigas más flojas solo me dicen Male. Mi madre me dice María Elena y cuando lo dice mi nombre tiembla en sus labios como temblaba yo de niña ante su fuerza. Mi madre fue una mujer valiente, una guerrera que, a falta de mi padre, se hizo cargo de su pequeña prole y la sacó adelante a fuerza de tesón y disciplina. Mi padre me cantaba mi nombre, recuerdo que tenía un acordeón y a veces tarareaba un vals que se llama como me llamo yo: tuyo es mi corazón, oh, sol de mi querer…Era lindo escucharlo. Algunas veces pienso que de cambiarse el nombre las personas perderían su identidad. Tan fuerte es el influjo de las letras que lo forman, es como un conjuro para expresar tu esencia. Por eso, cuando digo mi nombre yo sé que digo fuerza, se que digo valor y el nombre me parece un relámpago azul, un eco de metales chocando contra el viento. Puedo aspirar su olor. Mi nombre huele a Sol, a naranjos, limones y guayabas, a lluvia y a ciruelas maduras en el árbol. Es áspero si lo dices con furia pero es dulce si tus labios lo nombran con amor. Es un trozo de seda rozando tu epidermis, una caricia de agua sobre tu piel desnuda. Está lleno de Sol, de pináculos, valles, de hondonadas y crestas como la geografía de un país sin fronteras. A veces es ruidoso como una avenida donde no para el tráfico y otras veces lo siento igual que el ritmo tranquilo de las olas cuando sopla la brisa. Mi nombre es girasol redondo y amarillo, danzante contra el viento, eclosión de semillas perpetuando la vida. Es un roble que tiene sus raíces profundas en la tierra pero su copa intenta fundirse con el cielo. Es violín en espera que alguien toque sus cuerdas para dejar salir su más pura armonía.
Si yo hubiera podido elegir mi nombre habría elegido el mismo porque mi nombre encierra mi fuerza, mi carácter, mi orgullo, mis vivencias mi historia y también mi presencia en los que me sucedan.

lunes, 7 de marzo de 2011

Escribir y comunicar


12 noviembre

La escritura es la huella visible de nuestro pensamiento. A través de ella nos es posible dejar constancia de aquello que los demás no ven, llámese pensar o sentir. Es como un archivo externo de nuestra memoria a través del cual vamos exponiendo aquello que se genera dentro de nosotros mismos. Podríamos decir que el hecho de sentir o pensar de cualquier manera es algo personal que no atañe a nadie más que a uno mismo, sin embargo ¿qué hubiera sido del Hombre si su pensamiento hubiera permanecido guardado dentro de su cabeza? El compartir lo que pensamos y sentimos nos iguala con otros que pueden pensar y sentir como nosotros pero también puede colocar nuestros puntos de vista al alcance de otros que disientan de nuestras ideas y así establecer un diálogo enriquecedor pues cuando hay estos contrastes crecemos, aprendemos y vamos generando una red de ideas que nos motivan a seguir reflexionando.
Los primeros contactos con la palabra escrita me hicieron conocer mundos maravillosos. La magia de la escritura pobló mi mente de imágenes que quizá no hubiera tenido si no llegan a mis manos las letras que guardaban el fascinante pensamiento de hombres y mujeres tan lejanos en el tiempo y el espacio geográfico como la de aquellos cuya existencia física ya había terminado pero no así su existencia a través de las palabras que nos legaron. Lo maravilla de esto sedujo mi alma de niña y me lancé a leer como el náufrago bebe después de haber probado la dureza del sol. Entonces comprendí que el lenguaje escrito era una manera de que nuestro paso por el mundo quedara registrado y hacer oír nuestra voz aún después de muertos.
No estoy segura si esta sea mi motivación para escribir. Pienso que es algo más fuerte puesto que plasmar mi sentir con la escritura es una necesidad que pulsa fuerte y mientras lo hago no hay reflexión en cuanto a trascender por la palabra, es solamente el ansia de traducir en signos un caudal imperioso de palabras que siempre me desborda.
Escribo para hablar conmigo y con otros porque al compartir estoy mostrando lo que hay en mi. Escribo porque de no hacerlo tal vez buscaría otras maneras para expresar lo que llevo dentro. Tal vez pintaría o daría forma a materiales maleables, quizá haría música o simplemente cantaría para comunicar lo que siento.

06:07 p.m.

El quehacer literario


14 noviembre

La creación literaria es un oficio solitario pero es en soledad cuando nos encontramos más acompañados de nuestros pensamientos. También es un quehacer solidario puesto que en ese reflexionar interno somos uno y al mismo tiempo somos todos los hombres, todas las pasiones.
Solos estamos en el mundo infinito de las palabras que se agolpan en la mente buscando la ordenación del mundo desde la perspectiva poética que nos inunda. Pero no por ser solitario el poeta es un eremita, vuelve siempre de sus incursiones con una nueva vitalidad para cantar al mundo sus visiones para compartir la luz que se desborda en sus palabras. Entonces, como decía Albert Camus: el poeta, en tanto hombre, es un ser solitario y solidario. Le gusta, necesita la soledad y al mismo tiempo necesita la relación con los demás.
La poesía devuelve al lenguaje a su fuente original por eso el poeta crea mundos a través del logos,y es por la palabra que sus obras comunican a los otros el fruto de su creación en soledad porque al fin y al cabo la palabra se hace memoria colectiva, herencia de todos porque el lenguaje se creo para comunicarnos.
Inmersos en una sociedad cada vez más materialista pareciera que la voz de la poesía se pierde entre el marasmo de las nuevas tendencias culturales, pero la palabra es la vía de comunicación insustituible para decir a los demás la real esencia que nos conforma. Nada puede expresar mejor los mundos interiores del ser humano que la creación artística y mientras haya manifestación de esos mundos internos habrá poesía. Dejarse influenciar por ese embrujo poético que una vez Jaime Sabines comparó con una droga que se toma una vez y le pone otros ojos al hombre, otras manos, y le quita la piel para que sienta el peso de una pluma es devolverle a la poesía la mística ancestral, reconocerse humano y capaz de vibrar con la palabra.

06:52 a.m.

Ausencia de Héroes.-Divagaciones leyendo a Octavio Paz


17 noviembre


En su poemario Ladera Este ( 1969 ), Octavio Paz incluye una serie de poemas denominados INTERMITENCIAS DEL OESTE (1),(2),(3), y (4) De esta serie llaman la atención los dos poemas que hacen alusión a nuestro país subtitulados Canción Mexicana y México Olimpiada del 68

INTERMITENCIAS DEL OESTE (2)

(CANCIÓN MEXICANA)

MI ABUELO,
al tomar el café,
me habla de Juárez y de Porfirio,
los zuavos y los plateados.
Y el mantel olía a pólvora.
Mi padre, al tomar la copa,
me habla de Zapata y de Villa,
Soto y Gama y los Flores Magón.
Y el mantel olía a pólvora.
Yo me quedo callado: ¿de quién podía hablar?

INTERMITENCIAS DEL OESTE (3)

(México: Olimpiada de 1968)

La limpidez
(quizá valga la pena
escribirlo sobre la limpieza de esta hoja)
no es límpida:
Es una rabia
(amarilla y negra
acumulación de bilis en español)
extendida sobre la página.
¿Por qué?
La vergüenza es ira.
Vuelta contra uno mismo:
Una nación entera se avergüenza
Es león que se agazapa
para saltar.
(Los empleados
municipales lavan la sangre
en la Plaza de los Sacrificios.)
Mira ahora,
manchada
antes de haber dicho algo
que valga la pena,
la limpidez.1


Al hacer una lectura vitalista de los poemas en cuestión encontramos que en ellos hay un grito de consternación y a la vez de protesta. Mientras en el primer poema Paz se duele de que su abuelo podía hablar de caudillos que en su momento encabezaron movimientos que cambiaron la historia de México, él, depositario de otra generación y de otra historia, considera no tener de quién hablar. En un poema muy corto pero de un gran contenido el autor no sólo reconoce el papel importante que jugaron hombres como Juárez, Diaz, Villa, Zapata, Soto y Gama en la historia de México (con todos los juicios a favor o en contra que se les puedan fincar merced a los actos que realizaron en su tiempo) también lanza una crítica aguda a la ausencia de caudillos de la talla de esos hombres que fueron elevados en algunos casos a la categoría de héroes sociales por las hazañas realizadas. En el segundo poema hay una indignación fehaciente por la represiva decisión del Gobierno de México durante los hechos del 2 de Octubre del 68 y que en la visión del poeta se presentan como el augurio de una ausencia de caudillos que encabecen los movimientos ciudadanos por una parte debido al asesinato que acalló las voces y al encarcelamiento o desaparición de muchos de los que encabezaban ese movimiento.

El movimiento estudiantil se inició como una querella callejera entre bandas rivales de adolescentes. La brutalidad policíaca unió a los muchachos. Después, a medida que aumentaban los rigores de la represión y crecía la hostilidad de la prensa, la radio y la televisión, en su casi totalidad entregadas al gobierno, el movimiento se robusteció, se extendió y adquirió conciencia de sí. En el transcurso de unas cuantas semanas apareció claramente que los estudiantes, sin habérselo propuesto expresamente, eran los voceros del pueblo. Subrayo: no los voceros de esta o aquella clase, sino de la conciencia genera…
…A fines de septiembre el ejército ocupó la Universidad Nacional y el Instituto Politécnico. Ante la reprobación que provocó esta medida, las tropas desalojaron los locales de las dos instituciones. Hubo un respiro. Esperanzados, los estudiantes celebraron una reunión (no una manifestación) en la plaza de Tlatelolco, el 2 de octubre. En el momento en el que los recurrentes, concluido el mitin, se disponían a abandonar el lugar, la plaza fue cerrada por el ejército y comenzó la matanza. Unas horas después se levantó el campo. ¿Cuántos murieron? En México ningún periódico se ha atrevido a publicar las cifras. Daré aquí la que el periódico inglés The Guardian, tras una investigación cuidadosa, considera como la más probable: 325 muertos. Los heridos deben haber sido miles, lo mismo que las personas aprehendidas. El 2 de octubre de 1968 terminó el movimiento estudiantil. También terminó una época de la historia de México.2

Por eso en el segundo poema es claro el sentir de indignación del hombre considerado el más grande de los poetas mexicanos. Y si una nación entera se avergüenza ¿cómo puede un hombre demostrar la pena que lo embarga ante tal atrocidad? Octavio Paz, quien se encontraba en la India como embajador de México decide renunciar a su cargo para manifestar la suya.
Por otra parte, refiriéndonos al poema de la Revolución Mexicana en la época actual podemos plantearnos la misma pregunta que se plantea Paz ¿De quién podríamos hablar nosotros? Es obvio que las condiciones históricas ya no son las mismas, es obvio que el país ha transitado dolorosamente los caminos del crecimiento cultural, económico y político con acciones, si bien menos extremas que las emprendidas por Zapata, Villa o los estudiantes del 68, no por eso menos importantes. Sin embargo aún quedan muchas situaciones sin resolver para alcanzar la tan anhelada justicia social y parece ser que el tránsito pacífico para la solución de las mismas es lo que todos deseamos pero este anhelo nos parece lejano cuando algunos que ha pretendido convertirse en caudillos han sido reducidos vía la represión o la confinación al ignore. Nuestro México es un país de contrastes y paradojas, Los que debieran acaudillar las grandes reformas para consolidar el crecimiento del país se han convertido en una pesada carga para el pueblo. Estamos manteniendo una oligarquía política y burocrática que cada vez se vuelve más onerosa. El poder judicial, donde debiera descansar la seguridad de cada uno de nosotros ha sido puesto en tela de juicio debido a la infiltración del crimen organizado. Los pequeños empresarios que se arriesgan a invertir en un negocio que se convierta en fuente de empleo y seguridad económica para muchas familias son extorsionados por grupos delictivos al modo de Al capone en los años 20`s, así, el negocio se convierte en coto de caza de oportunistas que mediante el terror mantienen cautiva a la gente trabajadora (exactamente como en una granja se mantiene a los animales para luego consumirlos, esquilarlos u ordeñarlos).
Ante este panorama sólo nos queda reconocer que si hemos de hablar de héroes o caudillos debemos admitir que el ciudadano común y corriente se convierte cada día en un héroe al sortear toda clase de obstáculos para desarrollar sus labores cotidianas pues salir de casa y enfrentarse con la falta de empleo, el despido, la delincuencia organizada, abusos de los servidores públicos y, más aterrador todavía, al fantasma de una miscelánea fiscal que amenaza con llevarse una gran parte del salario devengado es digno de considerarse una odisea continua. No menos importante es la tarea de las mujeres que encabezan una logística casi mágica de la cual depende la buena marcha de la familia, la educación de los hijos, la administración de los exiguos salarios del esposo para llevar el pan a la boca de los hijos, vestirlos, calzarlos y educarlos y cuya consecución es digna de encomio. No tenemos Zapatas o Villas encabezando una revolución pero tal vez a Octavio Paz le hubiera gustado reconocer en cada uno de esos mexicanos un héroe a quien nombrar con orgullo ante las nuevas generaciones.




1.- LADERA ESTE.-Octavio paz.-Edit Joaquin Mortiz.- 2003.-México
2.-Paz,Octavio.-Olimpiada y Tlatelolco.- http://www.inehrm.gob.mx/pdf/documento_68_2.pdf







03:27 p.m.

UNICORNIO PERVERSO

UNICORNIO.-Mariano Ahumada.- Acrílico sobre papel.



De tus ojos

la ardiente daga en mis senos hundes

y como manatial

los deseos brotan.


Vienes a mí

unicornio perverso

sabiendo que ya soy como hoja seca

(bajo tus pezuñas

volveré a la tierra)


María Elena

(De :Taciturna Luz.-2005 Edit.Praxis. México)
03:51 p.m.

SÚBITO MAR



17 noviembre



Espumas desoladas palidecen ante la luz,
de azul se quiebran.
Insensibles cardúmenes
atienden la voz de la sirena.

Súbito mar
__espesamentre rudo e inasible__
sobre la roca violación perpetra.

Beso constante y agresivo
acompasadamente de nostalgias lleno.

De brisa acontecida,
inermes soledades se retuercen
y en la espuma la mirada cabalga
ebria de sol
salpicada de frenéticas gaviotas.



(De: Taciturna Luz.- Edit.Praxis 2005=
04:04 p.m.



ENTRE LA SOLEDAD Y LA AÑORANZA



Qué espantoso es estar solo desatando los nudos de los ojos para escurrirse en llanto. Qué triste nos parecen la alcoba y los cristales en su miseria transparente. La soledad no es fuente de inspiración, me digo, es el modo brutal de suicidar ideas. Alguien que debe hacer estallar las palabras sobre un papel en blanco debe gozar de buenas compañías o resignarse a escribir sin remedio sobre las cosas tristes que vengan a su mente.Me he suicidado a veces entre una sola coma y puntos suspensivos, he colgado una soga atándola de un trozo de esdrújula brillante para poner mi cuello en suspensión pensando que es la mejor manera de sacar una idea que se queda atorada. Error. Ni muero por no saber que signo de puntuación requiero ni por colgar mi cuerpo de lugares comunes.Muero de soledad, de esa tan codiciada que buscan las muchachas para encontrar los sueños. de esa que te acompaña cuando más necesitas de un acompañante y que se pega a ti de manera tan terca que entre más la sacudas mas aferrada queda. Busco la soledad de los rincones y me aferro las íntimas partículas que flotan en un rayo de luz como si fuesen vehículos para escapar a lo imposible. Desde esta soledad desorbitada que me cobija a veces, atisbo las miradas de los gatos y encuentro en ellas la soledad gatuna, la soledad que en mucho se parece a la que busco, la que suele inundar a los seres complicados, a los que sobresalen de lo común por desafiar las reglas y se condenan a vagar en el limbo de la comunidad.Pero ¡qué espanto es estar sólo! En el abyecto nicho de la originalidad se cuela de repente la añoranza del otro, de los demás.

ABRAMOS LAS VENTANAS




¿Y si abro la ventana y me encuentro fuera de la realidad?
¿Y si me asomo un poco y consigo ver el mundo desde otra perspectiva?
Es tentador
(sobre todo cuando las cosas llegan a ser tan familiares
que ya nada parece sorprendernos)
dejar entrar la luz,
levantar la cortina que vela esa mirada que dejó de asombrarse,
volver a sentir la misma emoción de cuando fuimos niños
y veíamos las cosas con un color distinto.

Abramos la ventana y dejemos que el mundo nos penetre

OSCURIDAD



Se hunde la luz en la torva reserva de una sombra.


Millares de grafitos al unísono


trazan la magnitud del universo,


untan las curvaturas del silencio


y oscuridad encienden


en los petrificados arcos de las bóvedas.




Una noche manchada de vía láctea


nos celebra en el tremor lejano de una estrella,


en la calcárea boca de los peces


que tallan muelles lechos en la arena.

LAS CALLES.-Ensayo



Me declaro errante por naturaleza. Me gusta andar por el mundo sin que esto signifique que siempre tenga los medios para hacerlo, lo cual es espantosos si pensamos que para la persona a la que le gusta andar errante, el encierro obligado equivale a purgar prisión perpetua. A ciencia cierta, ni siquiera puedo ir más allá del limitado espacio geográfico donde vivo ya que las obligadas tareas mundanas de subsistir económicamente me atan la mayoría del tiempo a mis deberes pero esto no significa que no pueda escaparme de vez en cuando y echar a andar por las calles sin rumbo y sin horario. Al principio me consolaba imaginando que realizaba maravillosos tours por las calles de Grecia, Roma, Paris, China…hasta que se me acabó la imaginación pues si nunca había estado en esos lugares era altamente improbable que pudiera disfrutar de las maravillas que, según los entendidos, nos ofrecen. Así entonces, un día opté por aceptar mi cruda realidad y salí a la calle dispuesta a disfrutar del paseo. Al principio fue fácil. En las calles hay una cantidad inagotable de maneras de divertirse. Eso pensé mientras aguardaba en la esquina el cambio del semáforo para cruzar al otro pero pronto cambie de idea. El ruido de los carros era atemorizante, como una sinfonía infernal se sucedían rugidos acompañados de chirriar de llantas en los acelerones y para completar, cada taxista tocaba la parte que le correspondía aporreando el claxon de su coche, a veces de manera muy respetuosa para llamar la atención de los posibles viajeros y otras (las más) para recordarle a otros chóferes que eran producto de la maternidad. Por fin cambió el semáforo y presa de la angustia me apresuré a cruzar sintiendo el corazón acelerado temiendo no llegar al otro lado antes de la próxima estampida.
A salvo en la seguridad de la banqueta recordé aquellos tiempos en que los niños solían jugar en las calles y las mujeres las regaban y barrían pues al fin y al cabo eran como una extensión de su vivienda pues estaban ahí para permitir entrar y salir cómodamente.
¿Recuerda usted, amable lector, aquellas callejuelas que por las tardes se convertían en anexos familiares cuando la abuela sacaba a la banqueta su mecedora y los niños se congregaban a su alrededor para escuchar las historias que contaba? La calle recogía las risas y murmullos y las atesoraba por nosotros, por eso cuando vuelve uno a recorrer esas calles donde vivió se desatan tantas añoranzas. No es nuestra mente, creo yo, si no la calle que nos derrama todos los recuerdos que conservó.
Ahora, la vida ha dado giros y las calles antes tranquilas se han vuelto dilatadas arterias donde el metal navega. Puede uno calificar el desarrollo de un lugar por sus calles. Las hay muy anchas y llenas de puentes que se ostentan como monumentos de progreso pero al mismo tiempo como una ofensa a la naturaleza pues el asfalto contribuye al calentamiento global tan llevado y traído en estos tiempos. Otras son más austeras, se anda lentamente por ellas porque se corre el riesgo de quedar atrapado en alguno de sus grandes hoyancos (señal de que el presupuesto de gobierno no alcanza para mucho o de que algún político listo aplico aquello de “este es el año de Hidalgo, sonso el que deje algo”)
Lo cierto es que las calles han sufrido una metamorfosis. De simples caminos vecinales hechos a golpe de pasar por ellos una y otra vez evolucionaron hasta convertirse algunas en maravillas de la ingeniería. Avenidas tan anchas como lo necesite la exorbitante mancha urbana como en el caso del Distrito Federal donde ya han necesitado hacer una calle encima de otra calle para poder desplazarse.
¿Además de servir como vías de comunicación tiene las calles otros usos? Yo pienso que sí. Son lugares de trabajo cotidiano para muchas personas, desde aquellas que ofrecen un ramo de gardenias, los que te asean el parabrisas, los que venden semillas, cacahuates, los que piden limosna, voceadores y en fin, una gama inimaginable de actividades que nos muestran por un lado la inmensa necesidad del pueblo y por el otro, su gran capacidad creativa para buscar el sustento ofreciendo en las esquinas sus productos a los compradores potenciales. También sirven para las causas sociales. Son el medio masivo de expresión más económico pues, salvo el cansancio natural, no cuesta nada hacerse escuchar tomando las calles por asalto organizando marchas u obstruyendo indefinidamente el paso de alguna importante vía asegurando de este modo cobertura no sólo nacional, si no internacional pues con eso de las comunicación satelital en un minuto dan la vuelta al mundo las imágenes (muchas, no tan edificantes).
Algunas se convierten en escenarios por donde desfilan tragafuegos, equilibristas, payasos, danzantes, faquires, malabaristas, etc., que adueñándose del espacio se juegan la vida ofreciendo a los espectadores su espectáculo a cambio de unas monedas. Otras son invadidas por mercados rodantes, puestos de antojitos callejeros, imprescindible muestra de la gastronomía mexicana y, también de nuestros malos hábitos higiénicos y alimenticios. Entre las calles también hay clases sociales. Algunas nacen de buena cuna pues tienen la suerte de estar en los lugares donde vive la gente rica y se mantienen limpias y en buenas condiciones, a veces hasta tienen jardines en el centro pero otras son callejuelas pobres por estar en las zonas olvidadas, en aquellas colonias las calles son apenas el espacio desnudo, como una cicatriz sobre la tierra.
De día, las calles están vivas, palpitantes pero algunas se vuelven peligrosas por las noches, calles a las que les tocó en suerte adquirir mala fama por los actos vandálicos que los mal vivientes realizan en ellas. Son estigmatizadas y la gente rehuye transitarlas.
No se a usted, pero a mi me gustan las calles por las noches, desde luego no las mencionadas arriba, si no aquellas donde la profusión de luces parece convertirlas en joyas rutilantes. Por la noche el tráfico disminuye y se puede disfrutar de un tranquilo paseo por sus aceras. A sus orillas el paisaje se transforma, casi es otro mundo donde uno se puede sumergir tranquilamente, ¿Alguna vez ha visto desde el aire la ciudad por la noche? Yo sí. Es un espectáculo único. Las calles se transforman en ríos de luz amarillos y rojos. Pienso que si entonces la Tierra es observada desde otro planeta debe semejar un sol maravilloso destacando en la inmensa oscuridad del firmamento.
Si todo evoluciona: ¿qué pasará con nuestra civilización dentro de algunos miles de años? ¿Seguirán las calles siendo el medio de desplazarnos de un lado a otro por excelencia o desaparecerán obsoletas si encontramos la forma de ir a donde queramos con el simple accionar del pensamiento? La situación actual de nuestro planeta las involucra aunque todavía las veamos como algo pintoresco. Es verdad que abusamos del medio ambiente recubriendo la superficie terrestre de concreto. Hacer una calle implica asesinar un poco: se talan árboles, se extinguen las hierbas, se propicia la contaminación.
Es cierto que no podemos prescindir de ellas, el modo de vida que tenemos las exige pero es tiempo de pensar si vale la pena sacrificar nuestro habitat en aras del progreso. Quizá no podamos dar marcha atrás en el punto al que llegamos pero sí se puede encontrar alternativas que mitiguen el daño provocado al abrirlas. Tal vez habría que rodearlas de árboles para purificar el ambiente y paliar el efecto de calentamiento, tal vez utilizar materiales que no sean contaminantes en su construcción. Quién sabe hasta donde una inocente calle pueda ser considerada causa de deterioro ambiental.
Quizá los trazos que hoy nos son tan necesarios un día no sean más que huellas sobre un planeta donde la vida se extinguió asfixiada entre hormigón y asfalto.

ENTREVISTA

Hurgando en mis archivos encontré esta entrevista que me hiciera vía E-mail
mi entrañable paisana Loida Fernández en ocasión de la presentación
del poemario Taciturna Luz en mi tierra natal Cd.Mante, Tamaulipas.
Se las comparto por considerar que dice mucho de mi forma de ser y pensar.



ENTREVISTA REALIZADA POR LOIDA FERNANDEZ A MARIA ELENA ESPINOSA M.

Diciembre De 2008



1.-Cuál fue el primer libro que te impactó?


Un libro de cuentos llamado: Los Titanes de la Literatura Infantil. Lo recibí como regalo de navidad y me lo bebí literalmente!! Tenía como 8 ó 9 años y descubrí la fantasía a través de las letras de los grandes maestros de la narrativa Infantil. Me volví una lectora compulsiva y leía lo que caía en mis manos.


2.-A qué edad empezaste a escribir?

Empecé a escribir a los 13 ó 14 años, recuerdo haber ganado un concurso literario en la secundaria con una carta a mi Madre.

3.-¿Siempre fue poesía?

Hubo algún intento de escribir un best seller (jajaja) pero terminó en la basura.
La verdad lo que se me dio de manera espontánea fue siempre la poesía. Descubrí que tenía mucha facilidad para la rima y me entretenía componiendo versos.



4.--¿Autores favoritos, qué es lo que más lees?

Soy muy irreverente en este sentido porque no tengo autores favoritos. Soy una lectora “ecléctica”.

5.--¿Poetas entrañables?

Jaime Sabines y todos los demás.(jajaja).


6.-Influencias

Abrevé la poesía en los poetas tradicionales ( Sor Juana, Amado Nervo , etc) quizá eso influyó para desarrollar la versificación como una manera de expresarme en un primer momento. Después descubrí a Neruda con su fuerza y a Octavio Paz con la elegancia de su lenguaje y me enamoré de ellos, pero me gusta leer de todos los poetas porque cada uno es una manera distinta de expresión.

7.-Quién en tu familia tuvo influencia para que escribieras, si lo hubo?

No, no hubo influencia de mi familia.

8.-Si volvieras a nacer,¿ qué te gustaría ser?

Lo mismo!

9.-Algo que no has podido hacer y te gustaría lograr?

Una vez le dijeron a mi hija: “ a tu mamá ya solamente le falta sembrar un árbol” refiriéndose al dicho de que todos debemos tener un hijo, escribir un libro y sembrar un árbol y mi hija les respondió riendo: “¡Mi mamá ya sembró muchos!”, así que pienso haber logrado muchas cosas que otras personas no pueden. Me siento realizada como mujer, esposa y madre, como profesionista tuve grandes satisfacciones y ahora estoy logrando el sueño que me acompañó toda mi vida.
Lo único que no he podido hacer es estarme quieta ¡pero eso no lo quiero lograr todavía!



10.-Qué significa para tí volver a tu tierra natal, y en un sentido SER PROFETA EN TU TIERRA?

Es muy importante para mi y una gran satisfacción. Salí a formarme fuera de mi tierra pero lo más fuerte, mis raíces, siempre han estado ahí. La invitación de ustedes me hace sentirme reconocida por los míos.

11.- Qué le dirías a quienes tienen interés o inquietud por escribir?

sobre:
disciplina
la temida página en blanco
la inspiración

DISCIPLINA
Pienso que cualquier persona que tiene una meta ya tiene la mitad del camino recorrido pero de la mitad a la meta hace falta disciplina, tesón y fe en uno mismo para conseguir el objetivo.

LA TEMIDA PAGINA EN BLANCO

¿Cuál? ( jajaja)

Se de que hablas. A veces pareciera que no hay nada que escribir pero quien intente ser escritor debe ser creativo. Una página en blanco no es una tragedia, es apenas la hoja para escribir la dedicatoria de un libro…¡así que dale la vuelta y empieza a escribir en la que sigue! Cuando menos esperes ya tendrás suficiente material para empezar a corregir, sí, no te creas que porque ya escribiste muchos poemas eres la octava maravilla, ser un escritor de los buenos implica mucho trabajo, aprender, aprender y aprender hasta el infinito…yo apenas estoy aprendiendo.

LA INSPIRACION

Podemos preguntarnos ¿inspiración o técnica? Yo pienso que las dos cosas porque la sola inspiración adolece de perfección y la sola técnica es fría por más perfecta que sea.
La técnica, aunada a la inspiración, forman el cuerpo físico y espiritual del poema.